miércoles, 11 de mayo de 2011

El miserable vagabundo caminando por el bosque oscuro y entre la neblina y la luz de la luna, su sombra se dibuja. Caminando va buscando el beso del  dementor para eliminar su bondad, queriendo alimentarse de la maldad. Con sus pies descalzos sobre el fango de retazos de piel y carne incinerada que se consume por el veneno de sus lagrimas. La lluvia cae los truenos lo insultan y los relámpagos azotan su espalda hasta desgarrar el velo de la carne, su sangre no se derrama por que lucha a nombre de su propio demonio pero su dolor es agonizante de estruendoso llanto de ese exquisito castigo por que su cuerpo lo disfruta.
Su mano sujeta el puñal de la traición  queriendo saciar su  hambre , buscando entre los arboles el fruto de corazones débiles  para deleitarse de la sangre pútrida para su demencia, en busca de su objetivo lucha contra serpientes casa almas que quieren robar su esencia negra y solo con su pensamiento hace arder en llamas a las serpientes por su misma crueldad consumiéndose por su apetito, poco a poco su oscuridad incrementa solo quiere enamorarse de la muerte quemando su cuerpo en las llamas negras del maldito infierno.
Sus molares descarnan carne sus labios beben lagrimas, sus garras deforman hogros y su corazón bombea acido defecoso lleno de desprecio, sus pies descalzos chapotean charcos de sangre como niño infante son residuos de sus heridas del pasado que aun no curan. Ahora su conciencia desvía su sentido de vista y  es alimentarse de un delicioso cuerpo virgen para purificar su futuro averno.
El miserable vagabundo descansa en un cementerio abandonado sin lapidas admirando el paisaje nocturno velado en neblina, recostado está entre cadáveres sobre la tierra abonada de las cenizas, desvelándose sobre carne estira sus manos alcanzar una estrella y sus dedos  llenos de callos con residuos de piel acariciando la luna manchando su belleza. El demente vagabundo siente la presencia de hogros  caníbales que lo asechan entre arbustos se acercan cautelosamente asía él, para su defensa construye un mural de cadáveres que están petrificados entre la tierra, su hambre ataca y de sus labios derrama sangre de deseo de matar. Ya es la hora se acercan y atacan los engendros rodean su entorno olfateando su detestable aroma y en medio descuido de los  engendros un aura  oscura azulada contamina la neblina despertándose una miserable bestia con insaciable violencia entre sus venas. Se comanda la lucha sínica,  mortal, sávica  y sangrienta el demente  se ríe de locura sus ojos son saltones llenos de malicias su venas se brotan y goza descarnando los miembros de los caníbales y hogros, a batalla termina esta sediento y cansado su excitación ya está satisfecha y sigue su camino buscando el beso del dementor.
Aquel hibrido continua  por su sendero y en una leve cercanía descubre una iglesia abandonada con sus santos decapitados y entre crucifijos y escombros de monumentos hallo inconsciente una  virgen condesa que agonizante estaba de sed y en su cintura una daga observo se lleno de poca bondad y con ella corta su brazo izquierdo y da a beber sangre a la belladona salvando su vida, ella bebe descaradamente y lame las manos del joven demente y recupera su tono de piel, en su cabellera anochece su fisura  escribe versos  con el aroma de su sensualidad y se interna entre los brazos del sujeto.
El vagabundo observa el horizonte y en su mirada se nota  la frase “hay un camino largo por recorrer” no habido luz del día para los ojos del cerdo vagabundo, se pasea por los bosques, recorre oasis, anda por los valles de los muertos cruzando ríos de animas que devoran llanto y su soledad es sombra, es la desiderata condesa que agonizaba de sed, con marcha asía adelante y la mujer su espalda va caminando en busca de su  beso y de de sellar su gloria para gobernar propio infernal presente.
Manadas de lobos temen de su  aroma, los cuervos muere de hambre temen intoxicarse con la carne de aquel mendigo de la muerte, las almas se esconden en su cuerpo, los demonios  se humillan y demuestran respeto y la condesa en su silencio lo ama sin piedad, ya después de su largo camino de insulto golpe muerte y gozo llegan a su averno ubicado en  una colina al norte  de su repugnancia  con la vista al océano negro, sentado sobre una roca, ¡grita! Llamando al dementor, de tanto blasfemar su voz se vuelve afónica , la luna aun  lleva imprentada las huellas de sangre ve llorar al vagabundo, la condesa se apiada de el  regocijándolo en sus brazos y con su vestido  blanco deshilachado y curtido  desvanece sus lagrimas, una mirada no avisada se penetran en los ojos de  la condesa mientras la ve brillar con elogios y pétalos de rosas blancas que juegan con la aurora  danzando con una suave briza rodean su entorno  este la aferra entre su brazos y hemofaga un asqueroso beso en sus labios acaricia su rostro lentamente  su mirada con transcendencia.
Un dulzón sangriento  quedo en su  tacto gustativo los relucientes labios de aquella condesa sigue entornando su gran beso. El demente comprendió que lo que buscaba siempre estuvo a su lado y de que sus labios  era el sello de su poema, de su lucha de su propio sentimiento amando asquerosamente su rosa y odiando despiadadamente al asqueroso dios.






                                             Autor: DIAFARA.